Pages

martes, 9 de marzo de 2010

Sentado a la orilla de la cama

Me levanto presuroso de la cama, no quiero seguir ahí. Noto que empiezo a sudar como desesperado, es tonto pensar que hace calor por la noche, y me detengo a analizar el problema; y recuerdo haberte soñado. Encendí un cigarrillo y empezé a recodar aquel sueño...
Y qué sueño!
Mi cabeza aún corre queriendo entender aquella PESADILLA...

Las calles desoladas, ni una alma en la ciudad... ni un perro que ladre, ni un niño que llore.
Nos encontramos en aquel parque donde te declaré mi amor, era extraño y frío regresar ahí. Sólo existía una pequeña luz en ese inmenso y tenebroso lugar. Te veía por ningún lado, aunque la verdad ni te estaba buscando pero tenía la sensación que estabas por ahí, simplemente quería escapar.

Gritaba como desesperado, pero como en muchos sueños, mi voz se perdía en el instante que lo hacía.
Me resigné y empecé a buscar un lugar conocido, algo que me indicara cómo salir, cómo escapar. Pero NADA, todo estaba oscuro.
De entre las sombras apareciste; al principio no te reconocí, pero sonreíste y esa sonrisa es inconfundible.

[Prendí otro cigarrillo, y seguí recordando]

Te acercáste, me tomaste de la mano y cambió el escenario. Recordé el parque como aquel día: las personas, los juegos... todo era igual a aquel día. Me dijiste que me extrañabas, que mi partida te había dolido y que tu ralación no era ni la mitad de buena a la que tuviste conmigo. Te escuché atentamente y recordando cada palabra que pronunciabas.

Fue mi turno de hablar, no sabía ni por donde empezar. No sé cuanto tiempo pasó antes de tomar la palabra, pero comencé. Te agradecí la plática y tus palabras, pero no podía decirte más. No pude hablarte de amor, porque no era eso lo que sentía. Me concreté a decirte que mi amistad y cariño lo tendrías por siempre, pero nuestro pasado JAMÁS volvería. Me dijiste que esperabas esa respuesta [me conoces tan bien] y que la aceptabas.

[Después un silencio incómodo...]

Desapareciste. Y SOLO me volví a quedar. La soledad a la que tanto temía regresó, regresó la oscuridad, la tristeza... TODO.
Y se empezó a apagar el faro, la única fuente de luz en esa abominable oscuridad, oscuridad que empezó a devorarme. Y como un rayo partiendo el cielo, me levanté sudando y deseando olvidar lo sucedido.

2 comentarios:

  1. porque la vida siempre se recorre
    hacia adelante ..

    ResponderEliminar
  2. Y debemos enforcarnos en eso, todo pasa por algo. Y si ese algo es bueno, hay que aferrarnos a ello.

    ResponderEliminar

Bienvenido sea tu comentario. Saludos!