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lunes, 1 de marzo de 2010

Sólo hace falta un HOLA

Un día me encontraba perdido en mis pensamientos...
Tranquilamente transitaba por cada uno de ellos...

[No había prisa. Total, es mi tiempo.]

Pasaban los días y yo seguía sumergido en mis pensamientos.
Cada vez me tomaba más tiempo recorrerlos, y se volvían más largos y tediosos.

[No había prisa. Total, es mi tiempo.]

Derrepente en medio de la nada, un rayo partió el cielo y su luz terminó por desbordarse en mi cabeza.
Me levanté de golpe, y sentí como una gota fría recorria mi cuerpo.
Mi respiración agitada decía que lo que estaba soñando sólo se podría describir como INTENSO.
Me volví a recostar a retomar mi camino...

[No había prisa. Total, es mi tiempo.]

Nuevamente me encontraba en mi cabeza, retomé mi antiguo camino.
Algo pasaba, todo era diferente...
La penumbra que alentaba mi camino se había disipado.
Tomé una bocanada de aire y seguí investigando los nuevos cambios que se presentaban.

[No había prisa. Total, es mi tiempo.]

Esta claridad nunca había sido tan intensa, aunque me hizo recordar a unas personas.
Personas que me traían felicidad y paz, ¿Qué extraño? Pensé para mí, pero mi voz retumbo por toda mi cabeza hasta perderce en la inmensidad. Decidí tomar valor y ver de dónde provenía la causa a este fenómeno.

[Aceleré mi camino, no había tiempo que perder]

Quería descubrir quién había logrado lo impensable. Quién había disipado mis dudas y traer paz. ¿Quién? ¿Quién? ¿Quién?
Y parada frente a un claro estaba ELLA. Tan hermosa como siempre la he recordado. Tan diferente como la había soñado.
Pero, ¿por qué había aparecido? Yo no la pensaba, no quería. Ya que en un principio las penumbras habían sido su culpa.
Aún así decidí arriesgarme. Me dijo que no sabía que hacía en mis sueños, pero que había sido un gusto encontrarnos, había que hablar.
Duramos la eternidad hablando, el tiempo se volvía agua a nuestro alrededor y sin embargo, no quería marcharme.

Acordamos volver a vernos la noche siguiente...

[Aceleré mi camino, no había tiempo que perder]

La noche llegó y me preparé para la ocasión.
Ahora fue difícil dar contigo, pero no daba tregua a mi búsqueda.
Te encontré y pude respirar nuevamente. Fue cuando me di cuenta de que no estábamos en un sueño!!! Nos veíamos el rostro, nos quedamos sin decir una palabra. Tomé la inciativa, no pensaba dejarla ir ni un segundo más y le dije: Hola.

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