Pages

viernes, 11 de junio de 2010

Sin identidad

Esta noche huele a pesadilla, se siente en el aire. La tensión aumenta, los músculos se contraen. La noche fría y oscura envuelve un secreto terrible, que hoy se develará. La gente teme, se esconde; sabe que afuera existe un mundo cruel y busca refugio en la ciudad.

Una ciudad extraña, pero no por sus costumbres, si no por ser nueva, diferente a lo acostumbrado. Es una ciudad llena de tranquilidad, pero no le quita lo emocionante. Es buena para conocer y explorar, la gente en el día vive en paz y algunos, dichosos, duermen con tranquilidad. Por las tardes la gente disfruta de una hermosa puesta del sol, acompañándola con un trago de tequila y de fondo un ranchero cantando sus historias vividas en la infancia, cantando a todo pulmón, mostrando un nuevo arte.

La imagen se va y regresamos a la oscuridad. Un joven de ciudad foránea llega y respira un aire sin vicios y se aventura en esta jungla mixta, la naturaleza y la infraestructura se mezclan combinándose bellamente. Se adentra más y más, tanto que en ella pierde su identidad, su propio yo. Su imagen se pierde y no regresa, ni regresará. Pero él, absorto de esto, continúa su camino a través del lugar.

Al poco tiempo se da cuenta de su pérdida, se estremece, pero no pierde la calma. Se busca con ahínco, pero sus esfuerzos son en vano. Es un joven sin identidad, sabe su nombre pero los demás no le creen.

Desesperado, ahora, busca solucionar sus problemas; su guía le dice “PIENSA CLARO, NO TE DISTRAIGAS, ACTÚA RÁPIDO”. Lo hace y por lo menos esa noche intenta descansar, pues de tanta búsqueda ha agotado sus energías; aunque la cama, bastante dura y fría, no le ayuda.

La noche cae, se va, y aparece la luz…

El día siguiente es frío y amargo…

Una cruda de alcohol y cigarro se enfrenta a la madrugada.

Pero aún así, no aminora sus esperanzas. Se dirige a la caja fuerte, que más que una caja fuerte es una esfinge, y de mala gana, y él percibe que a ella no han satisfechos sus instintos básicos, y de manera altanera le dice: “Tu identificación…”. Él esperanzado de la humanidad de las personas, relata lo vivido; pero sin tocar una fibra de su corazón ella le dice: “lo siento, sin identificación no puedo ayudarte, adiós” y se da la vuelta para continuar su trabajo.

Al darse cuenta de lo sucedido, no tiene más que resignarse a continuar vagando y vuelve a perderse en la ciudad que ya lo empieza a considerar un hijo.

Su guía vuelve a hacerse presente y le dice: “no te preocupes, toma mi mano y todo saldrá bien, confía en mí”; él hace caso sin pensarlo dos veces. Y tal como ella lo predijo las cosas toman un giro diferente, la ciudad una vez vista como una quimera cruel, ahora parece abrir su brazos para recibirlo, recibirlo de la manera en que se debe y deslumbrando con un nuevo mañana.

Saludos y dulces sueños…

2 comentarios:

Bienvenido sea tu comentario. Saludos!